INICIOS Y PRIMEROS TIEMPOS
Finalizando el siglo XVIII las fábricas españolas de “materiales de guerra” se ubicaban próximas a la frontera con Francia. Así, las principales fabricas de fusiles se situaban la las localidades de Eibar, Elgoibar, Ermua, Placencia de las Armas, Durango (País Vasco) y Ripoll (Gerona); asimismo, se fabricaban municiones en las Reales Fabricas de Municiones de Eugui y Orbaiceta (norte de Navarra) y en la Real Fabrica de Municiones de San Sebastián de la Muga (Gerona)
La Revolución francesa supuso una tensión en las relaciones con el país vecino que obligaría a que el Consejo de Estado, en sesión de 18 de
junio de 1792, estudie la seguridad de las fábricas de armas y baraje la posibilidad de establecer nuevas ubicaciones que asegurara una producción «subsistente, segura, abundante y económica
en todo tiempo" de las fábricas de armas y municiones. Poco después la Guerra contra la Convención (1793-1795) también conocida como la Guerra de los Pirineos por circunscribirse únicamente
en Guipuzcoa, Navarra, Aragón, Cataluña y el Rosellón, que enfrentó a España con Francia –tras unos inicios esperanzadores fue desastrosa para España- aceleró la necesidad de buscar nuevos
emplazamientos para las fábricas españolas de “materiales de guerra”, pues tanto las fábricas de municiones de Eugui y Orbaiceta como la de San Sebastián de la Muga cayeron en poder de
los franceses, y en las de fusiles se paralizó la producción.
En base a todo lo sucedido, el 15 de febrero de 1793, el Consejo de Estado presidido por el Rey Carlos IV, encarga al Ingeniero Jefe de la Marina D. Fernando Casado Torres, estudiar zonas del Principado de Asturias y de las Montañas de Santander.
El informe realizado deja claro que el mejor punto se encuentra en las proximidades de Oviedo; y en base al mismo, el Rey, por Real Orden de 22 de septiembre de 1794, se confía el encargo “de las Fábricas de Municiones de Guerra y de Fusiles que ha resuelto se erijan en ese Principado de Asturias” al brigadier Francisco Vallejo, teniente coronel del Real Cuerpo de Artillería, y se solicitaba del asturiano Jovellanos que colaborara con el militar para ubicar en el Principado de Asturias dos fábricas de armas, la Real Fábrica de Municiones Gruesas de Trubia y la Real Fábrica de Fusiles y Armas Ligeras de Oviedo. Asimismo, también se desplazó a Asturias el teniente coronel Ignacio Muñoz, subdirector de las fábricas de Orbaiceta y Eugui, siendo asistido en la zona por el Teniente de Navío Jerónimo Tavern, que desde el 2 de Agosto de 1792, se encontraba en la región al frente de la dirección técnica de las obras y explotaciones del carbón de piedra y navegación del rio Nalón.
Poco después, para poner en marcha la Real Fábrica de Armas de Oviedo, se trasladaron a la capital del Principado “dos examinadores de los que había en la Fábrica de Armas de Placencia con el número de operarios de la misma que se pueda para dar el principio a la elaboración de fusiles”. Uno de ellos se encargó de la compra de planchas de hierro en las ferrerías de Vizcaya para los cañones de fusil, y acero para los muelles y demás piezas de la llave. El otro se encargó de reclutar unos 300 operarios (Maestros, Oficiales y Aprendices) de los que habían trabajado en la Real Fábrica de Placencia de las Armas, y proveerles las cuantías necesarias para que realizaran desplazamiento a Oviedo. En la capital asturiana tuvieron libertad para establecerse en la propia ciudad o en los pueblos próximos, quedando libres “de gabelas, alojamientos y cargas concejiles todo el tiempo que se empleen en la construcción de fusiles para el Rey”